psicologainfantilvecindario TRAUMA COMPLEJO O TRAUMA COMPLEJO DEL DESARROLLO

 


TRAUMA COMPLEJO O TRAUMA COMPLEJO DEL DESARROLLO

Los expertos llevan ya años acuñando el término trauma complejo (TC) o trauma complejo del desarrollo, para referirse a «la experiencia de haber sufrido múltiples traumatizaciones, específicamente de origen interpersonal, y con consecuencias nefastas para el desarrollo del niño» (van der Kolk, 2005)

Diferencias entre Trastorno complejo (TC) y Trastorno de estrés postraumatico (TEPT)

 El TC es diferente al estrés postraumático. En el TC el niño experimenta o ha experimentado diversas situaciones traumáticas generalmente proveniente de los cuidadores principales, y en muchas ocasiones lo traumático es lo cotidiano de sus vidas. Debido a lo anterior, los efectos negativos en el desarrollo del niño son devastadores a través de todo el ciclo vital.

En cambio, el TEPT se produce como consecuencia de la exposición del niño a un acontecimiento estresante y extremadamente traumático, o cuando se observa o tiene conocimiento de una situación en la que existe una amenaza para la vida de otras personas. Por ejemplo, desastres naturales, accidentes aéreos o de circulación con heridos graves, incendios, violencia física, agresiones sexuales...No todos los niños y adolescentes que experimentan un suceso traumático desarrollan un TEPT. En la aparición de dicho trastorno influye la proximidad y recurrencia del suceso, las habilidades de afrontamiento y los recursos de apoyo con los que cuenta el niño.

¿Cómo distinguir a un niño que está sufriendo o ha vivido TC?

Características principales del TC:

1)      Estar o haber sido expuesto a múltiples experiencias traumáticas:

Maltrato, abuso, negligencia, violencia intrafamiliar, accidentes, bullying, pérdida de personas significativas...

2)      Desorganización sistémica del cuerpo y la mente

A nivel biológico, somático, emocional, cognitivo, psicológico, relacional, social y cultural.

3)      Representación e imagen de la realidad y de sí mismo alterada

Autoestima extremadamente negativa, desconfianza de los otros, inseguridad emocional, autorresponsabilidad y culpa, visión desamparada del presente y el futuro.

4)      Alteración en todos los ámbitos de la vida

 A nivel familiar, educacional, vocacional, legal, con pares y con la sociedad.

     Para quien observa a un niño que vive TC, la experiencia es muy confusa, ya que el infante suele tener reacciones a veces muy descontroladas y otras veces completamente pasivas e impávidas. A veces suelen ser niños que parecen muy hiperactivos, y otros sorprenden por su inmovilidad. Otras veces son niños que pueden ser muy agresivos con los demás, pero en otros momentos pueden aferrarse a cualquier adulto en busca de un mínimo de cuidado. Otras veces presentan conductas que parecen muy extremas (como, por ejemplo, defecar en una mesa), y otras veces parecen completamente indiferentes frente a eventos que son traumáticos (como ver al padre golpear a la madre). Po ello, estos niños confunden mucho a los profesionales y los padres, y desafortunadamente se ha demostrado que es bastante probable que el niño transite por psiquiatras, psicólogos y neurólogos, quienes diagnosticarán trastorno por déficit de atención, trastorno de conducta, trastorno oposicionista desafiante.

     Los psicólogos pensarán que el niño tiene problemas en la regulación y el control de sus emociones, o que tiene un trastorno del apego. Los educadores verán a un niño muy descontrolado o con depresión, y así sucesivamente, pero no lograrán comprender que el niño tiene lo que llamo una constelación traumática, es decir, una constelación de síntomas, conductas y reacciones que expresan intentos desesperados del niño por buscar maximizar el vínculo de apego con los otros y, por sobre todo, minimizar sus experiencias somáticas, emocionales y mentales que se viven como completamente caóticas, desorganizadas, insoportables e inmanejables.

     En este sentido, además de todo el sufrimiento que suelen vivir estos niños, generalmente van a transitar por una serie de profesionales, donde cada uno les hará un diagnóstico diferente, con medicaciones diferentes, sin poder comprender realmente su constelación traumática como una configuración organizada (y adaptativa) del niño para tratar de lidiar con sus vivencias traumáticas.

     En la experiencia del TC, la diferencia fundamental entre experimentar un evento traumático y organizar una experiencia traumática, reside en el nivel de seguridad emocional que el niño ha desarrollado con sus cuidadores principales y con otros adultos. Esta seguridad emocional, que se vive de un modo esencialmente visceral, es proporcionada por la calidad del apego del niño hacia los adultos. Por eso, el apego se constituye en una especie de «escudo de protección» del TC, aunque, desafortunadamente, muchas veces ese escudo es débil, resquebrajado y/o inexistente en las experiencias constantes de dolor infantil. Asimismo, hay que tener en cuenta que los peores efectos y los mayores traumas ocurren durante los primeros años de vida. Los traumas que ocurren en el inicio de la vida suelen ser los que mayores secuelas negativas tienen a largo plazo.

Tipos de traumas que se pueden experimentar en la infancia

Tipo de trauma

Características

Abuso sexual

Incluye formas de contacto directo (tocaciones, penetración, masturbación, sexo oral), o vicarias (obligar al niño a observar situaciones sexuales, sea directamente o a través de películas o imágenes).

 Casos más extremos son torturas sexuales (obligar a participar en actos sexuales extremos).

Maltrato físico

Cualquier acción física hacia el niño que le provoque dolor (pegarle con la mano o pies, o utilizando diversos objetos, empujarlo, tirarle cosas, tirarle el pelo, las orejas, quemarlo, zamarrearlo, amenazarlo con cuchillos u otros elementos).

Negligencia

Negligencia física (no proveer de necesidades básicas de sobrevivencia)

Negligencia emocional (cuidadores físicamente presentes, pero emocionalmente ausentes e indiferentes).

Abandono

Dejar al niño con otras personas por un periodo considerable o ilimitado de tiempo.

Muerte de un cuidador significativo

Muerte por enfermedad, accidente o violencia de uno o ambos cuidadores significativos.

 

 

Enfermedad de un cuidador significativo

Convivencia con un cuidador que presente una enfermedad que genere sufrimiento para el niño, sea por negligencia, tratos inadecuados, o por ser testigo del dolor e impedimento del adulto (por ejemplo, Alzheimer, demencia senil, cáncer, enfermedades psiquiátricas).

Testigo de violencia intrafamiliar

Testigo directo o indirecto de escenas de violencia física, emocional o sexual entre los cuidadores (golpes, peleas físicas y/o verbales, violación, torturas), consumo de drogas o alcohol en el hogar con consecuencias violentas, o cualquier otro evento atemorizante para el niño (fiestas violentas, discusiones descontroladas).

Accidente automovilístico y/o similares

Ser testigo o experimentar directamente un accidente en un algún vehículo motorizado, incluyendo lesiones en el niño y/o sus cuidadores.

Bulling escolar

Ser víctima de repetidos episodios de intimidación física, psicológica, social o sexual, especialmente desde los primeros años.

Hospitalización

Haber sufrido una o varias hospitalizaciones, que incluyeran procedimientos y/o cirugías invasivas, especialmente de larga duración (más de una semana), y durante los primeros años de vida.

Procedimientos quirúrgicos invasivos

Misma situación que la anterior, pero que no necesariamente haya incluido hospitalizaciones prolongadas.

Violencia comunitaria

Ser testigo y/o víctima de peleas callejeras, balazos, protestas violentas, asaltos, venta de drogas, persecuciones en vehículos (especialmente donde hayan estado involucrados alguno de los cuidadores principales),...

Presenciar actividad de la policía

Ser testigo y/o víctima de violencia policial, por ejemplo: detenciones, peleas con la policía, allanamientos, persecuciones (especialmente donde hayan estado involucrados algunos de los cuidadores principales).

Tener uno o varios cuidadores privados de libertad

Ser testigo de la detención del cuidador o que se encuentre privado de libertad (con o sin posibilidad de poder visitarlo).

Desastres naturales

Terremotos, huracanes, tsunamis, tempestades, erupciones volcánicas, lluvias intensas...

Actos de terrorismo o vandalismo extremo

Presenciar o experimentar estallidos de bombas, ataques, explosiones, atropellamientos masivos, secuestros, trata de personas...

Cambios constantes e impredecibles en el cuidado y el contexto

Cambios constantes e impredecibles de domicilio, ciudad o país, y/o conductas de cuidado extremadamente impredecibles y ambivalentes de parte de los cuidadores significativos.

Caídas accidentales

Caídas accidentales que impliquen dolor acompañado de alguna herida con características de angramiento o fractura/quiebre (por ejemplo, caída en bicicleta, de la cama, en un cerro, ...).

 

 Además del tipo de trauma hay que tener en cuenta tres elementos para realizar la evaluación de la gravedad: su severidad, edad de ocurrencia y cronicidad.

a)      Severidad se refiere a la gravedad del trauma cometido en el sentido de cuánto desestabiliza las capacidades de enfrentamiento del niño (evidentemente no es lo mismo maltratar a un niño golpeándolo en la cara, que someterlo a una violencia física de golpes con objetos y quemaduras);

b)      La edad de ocurrencia es otro elemento esencial, ya que las capacidades de enfrentar un evento traumático son bastante diferentes si eres un bebé de cinco meses o un escolar de doce años. Desde este punto de vista se entiende que, a menor edad, menos capacidad de regular y enfrentar el evento traumático, y peores consecuencias a corto y largo plazo. La edad en la que ocurre la experiencia dolorosa es muy importante a la hora de identificar la forma como el niño va aprendiendo a enfrentarla, y por ende, cómo va organizando su personalidad a través de la vida.

c)      La cronicidad, que se refiere justamente a una de las características del TC, y es la frecuencia y cotidianeidad de la experiencia traumática sufrida. Los efectos y experiencia del trauma son bastante diferentes a la situación de una niña que experimentó tocaciones de parte de un familiar adulto una sola vez, a un niño que es obligado por su padre a observar cada noche cómo él abusa de sus hermanas. Aunque experiencias aisladas pueden tener efectos traumatizantes muy nocivos, la experiencia cotidiana de vivir «en» el trauma hace una gran diferencia a la hora de analizar las consecuencias a corto y largo plazo en el desarrollo y adaptación de la persona.

Hay que tener en cuenta que el hecho de que un niño haya sido dejado solo todo un día en su casa (negligencia), no implica en absoluto que esa sea la única experiencia devastadora que viva (sino todo el contrario). Llama la atención que aunque estos tres factores suelen ser considerados fundamentales a la hora de evaluar el efecto del trauma, se haya dejado de lado lo que actualmente se plantea es EL factor decidor de los efectos del dolor en la infancia, a saber, el escudo protector que proporciona la seguridad del apego de los cuidadores principales, antes, durante y después de las experiencias traumáticas. Se dedicará un capítulo a este tema esencial para comprender la dinámica de la constelación traumática.

     Uno de los estudios más recientes sobre el trauma en la infancia temprana, realizado en 2010 por Briggs-Cowan y colaboradores, en el que se evaluó a mil niños, se encontró que el 26% ya había experimentado algún tipo de trauma durante los primeros tres años de vida, y el 14% había sufrido algún tipo de violencia. Una de las conclusiones del estudio es que, si un infante ha sufrido algún tipo de experiencia traumática durante los primeros años de vida, tiene una alta probabilidad de que pueda estar sufriendo dos o tres tipos más de experiencias dolorosas.

 

 

Centro de Psicología María Jesús Suárez Duque

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